¿Alguna vez has soñado con recorrer la cuna de la civilización occidental a tu propio ritmo, sin prisas ni horarios impuestos? Ese era el sueño de nuestra hija mayor Gala, y como regalo por su 18 cumpleaños, nos lanzamos a descubrir la Grecia continental haciendo un road trip desde Atenas. Lo que encontramos fue mucho más que ruinas clásicas. Fueron monasterios suspendidos en el aire, paisajes de película, pequeñas tabernas junto al mar, playas escondidas y una capital que vibra con tanta vida como historia.
Índice del artículo
- Nuestro itinerario de 8 días
- Día 1: Vuelos a Atenas y atardecer en Meteora
- Día 2: Monasterios colgantes y visita a Delfos
- Día 3: Olimpia, la cuna del deporte, Voidokilia una de las playas más bonitas de Grecia y Pylos
- Día 4: Fortalezas venecianas y llegada a Nauplia
- Día 5: Nauplia, Teatro de Epidauro, el Canal de Corinto y llegada a Atenas
- Día 6: Inmersión total en la Atenas clásica
- Día 7: Los tesoros de Atenas: Syntagma, Panathinaiko, Museo de la Acrópolis y atardecer en Filopapo
- Día 8: Despedida de Atenas y regreso a casa
- Datos prácticos para organizar tu viaje
Durante 8 días cruzamos carreteras secundarias, atravesamos valles verdes, seguimos el rastro de héroes míticos y terminamos viendo un precioso atardecer frente a la Acrópolis. En este artículo quiero contarte exactamente cómo fue nuestra ruta en coche por Grecia continental: qué vimos, dónde dormimos, cuánto cuesta entrar en cada yacimiento y, sobre todo, qué se siente al tener el volante y la libertad de parar donde quieras.
Si estás pensando en hacer un road trip por la Grecia continental, aquí tienes nuestra guía de viaje para ayudarte a que lo disfrutes tanto como nosotros.
Nuestro itinerario de 8 días
Este fue el plan que seguimos y que te recomiendo si dispones de una semana larga. Si tienes 10 días, puedes añadir una noche extra en Nauplia y otra en la zona de Pylos/Methoni para ir más relajado, y poder descubrir algún rincón más de la preciosa costa del Peloponeso.
Ruta diaria | Noche en… | |
Día 1 | Llegada a Atenas, coche y viaje a Meteora | Kalambaka |
Día 2 | Monasterios de Meteora → Delfos → Olympia | Olympia |
Día 3 | Olympia → Voidokilia → Pylos | Pylos |
Día 4 | Methoni → Nauplia | Nauplia |
Día 5 | Nauplia → Epidauro → Canal de Corinto → Atenas | Atenas |
Día 6 | Plaka, Monastiraki, Ágoras, Anafiotika, Acrópolis | Atenas |
Día 7 | Syntagma, Panathinaiko, Museo Acrópolis, Filopapo | Atenas |
Día 8 | Últimas visitas y vuelo de regreso | Regreso |
Además del resumen de la ruta, te dejamos nuestro mapa de la ruta en coche por la Grecia continental, en el que tienes marcadas las ubicaciones de los múltiples puntos turísticos que visitamos, además de hoteles, miradores y otra serie de lugares interesantes que seguidamente te detallaremos.
Día 1: Vuelos a Atenas y atardecer en Meteora
Nuestro viaje arrancó en el aeropuerto de Atenas, donde recogimos nuestro coche de alquiler para los próximos días. Tras esa mezcla de nervios y un poco de caos al circular por las carreteras de circunvalación de Atenas, pusimos rumbo al norte.
El trayecto hasta Kalambaka, la localidad al pie de Meteora, son unos 360 km (aprox. 4 horas de carretera), la mayor parte por autopista que está en muy buen estado y el viaje se hace cómodo, aunque nosotros dimos con algunas obras que nos sacaron de la autopista y nos ralentizaron un poco el camino.
El paisaje cambia a medida que avanzas: de la preciosa costa griega a una de colinas verdes, pueblos dispersos y montañas que empiezan a dibujarse a lo lejos. Unos kilómetros antes de llegar aparecen las rocas gigantes de Meteora recortándose contra el horizonte, y por más que habíamos visto fotos, nos quedamos impresionados con el paisaje.
Atardecer mágico en los miradores de Meteora
Llegamos a Kalambaka a media tarde, dejamos las maletas en nuestro apartamento casi corriendo y subimos de inmediato a la carretera que serpentea entre las formaciones rocosas, nuestra prioridad era clara: ver el atardecer en Meteora.
El principal problema a la hora de visitar esta zona es que los monasterios tienen horarios muy cortos y la gran mayoría cierra entre las 4 y las 5 de la tarde, por lo que como el trayecto es largo desde Atenas, no llegamos a tiempo de visitar ninguno.
Aunque realmente lo que queríamos hacer esa tarde es disfrutar de los miradores y el atardecer. Existen varios miradores en la carretera que conduce a los monasterios (los tienes indicados en nuestro mapa), y nos dedicamos a visitarlos todos para decidir en cual veríamos la puesta de sol.
Nuestro punto favorito fue el Mirador Principal (Main Observation Deck), donde como era de esperar no estábamos solos. Pero la experiencia de ver el sol hundiéndose lentamente detrás de las montañas, con los tonos anaranjados y rosados de las moles de piedra y los monasterios encaramados en lo alto de esas rocas fue inolvidable.
En ese momento entiendes el significado de la palabra Meteora “suspendido en el aire”, que es el nombre que se le otorgó por la ubicación de los monasterios.
Alojamiento en Kalambaka y a disfrutar de la gastronomía griega
Elegimos dormir en Kalambaka, la base más práctica porque concentra hoteles, tabernas y servicios. Es un pueblo pequeño y turístico, con calles donde pasear después de cenar y con suficiente oferta de alojamientos para todos los bolsillos.
Si lo que buscas es algo más tranquilidad y un ambiente casi de aldea, te recomiendo Kastraki, a apenas 2 km, con un ritmo mucho más pausado. Nosotros optamos por Kalambaka porque al ir a mediados de junio y no haber tanto turismo nos pareció mejor opción.
Si viajas en coche, revisa siempre las reseñas sobre facilidad de aparcamiento antes de reservar. No todos los alojamientos lo tienen y después de conducir varias horas, no querrás perder media hora dando vueltas para aparcar.
En nuestro caso optamos por un pequeño apartamento familiar cuyos dueños eran muy simpáticos y agradables y además estaba en una zona tranquila de la ciudad, a escasos 10 minutos de la zona animada.
Para cenar optamos por una de las tabernas que nos recomendaron los dueños del apartamento, se llama Platanos Tavern (podéis verla en nuestro mapa), donde disfrutamos de nuestra primera comida griega en condiciones.
Por cierto, a la entrada de Kalambaka tenéis un supermercado Lidl, que os puede venir genial para comprar agua o cualquier otra cosa que necesitéis.
Día 2: Monasterios colgantes y visita a Delfos
El segundo día de ruta decidimos madrugar para aprovechar al máximo el día, además de que teníamos muchas cosas por delante.
Hoy tocaba descubrir lo que realmente hace a Meteora único: sus monasterios suspendidos en el aire, por lo que desayunamos temprano porque los monasterios abren sobre las 9:00–9:30 h, y merece la pena ser de los primeros en entrar, ya que evitas los autobuses turísticos que llegan a media mañana y entonces el silencio desaparece.
Visita a los Monasterios de Meteora
Hay seis monasterios activos que se pueden visitar, aunque en el pasado llegaron a existir más de veinte. Nosotros seleccionamos tres, suficientes para entender la esencia del lugar y poder aprovechar al máximo el día, pero si dispones de más tiempo, no dudes en visitar alguno más.
- Roussanou: Fue el primero que visitamos y quizás es de los más fotogénicos, ya que se encuentra enclavado sobre una roca más estrecha. Es un convento de monjas, y el contraste entre la delicadeza de su interior y la brutalidad de la roca que lo sostiene es sobrecogedor. La subida no es complicada con un tramo de escaleras no muy largo. Cuenta con una pequeña zona de aparcamiento en la carretera, por eso conviene llegar temprano.
- Gran Meteoro: el más grande y antiguo. Para llegar, prepárate para subir una buena cantidad de escaleras, pero al entrar entiendes el esfuerzo: frescos bizantinos de colores vivos, patios de piedra y una sensación de haber dado un pequeño salto al pasado. Este cuenta con una zona bastante amplia de aparcamiento, pero se suele llenar rápido y es posible que te toque aparcar en los arcenes de la carretera, pero es amplía y no suele haber problema.
- Varlaam: Este solo lo pudimos disfrutar desde fuera, porque justo ese día permanecía cerrado. Es famoso por su museo y porque aún conserva las poleas y cestas con las que los monjes accedían antes de que existieran las escaleras. También es uno de los más fotogénicos por su excepcional ubicación.
Podríamos haber visitado más, pero lo bonito de Meteora no es hacer checklist con cada monasterio visitado, sino más bien recorrer las carreteras y detenerte en los miradores para ver la excepcional ubicación de los monasterios.
Consejos prácticos para visitar los monasterios
Os dejamos algunos detalles que nos parecen importantes a tener en cuenta sobre la visita a Meteora:
- Precio de entrada: cada monasterio cobra una tarifa de 5 €, que se debe pagar en efectivo, así que lleva monedas o billetes pequeños, excepto en algunos como el Gran Meteoro que parece ser que sí que aceptaban tarjeta.
- Código de vestimenta: se supone que los hombres deben llevar pantalón largo y las mujeres falda que cubra las rodillas (en la entrada suelen prestar prendas si no cumples con la norma). Los hombros también deben ir cubiertos. Aún así vimos que había cierta tolerancia con los hombres si llevaban pantalón corto por la rodilla.
- Calzado: no se os ocurra llevar chanclas o calzado similar, mejor llevar zapatillas cómodas, porque hay muchas escaleras y zonas empedradas.
- Tiempo recomendado: con medio día puedes ver dos o tres monasterios con calma.
- Horarios: cada monasterio cierra un día distinto de la semana. Lo ideal es consultar antes en la web oficial para no llevarte sorpresas, aunque os dejamos los horarios que apuntamos nosotros, pero recordad chequearlos:
De Meteora a los misterios de Delfos
Un poco antes del mediodía pusimos rumbo a Delfos, el santuario más famoso de la Antigüedad. Son unas dos horas y media de carretera, cruzando montañas, pueblos rurales y tramos de curvas.
Delfos era uno de los lugares indispensable de visita para nuestra hija Gala, apasionada de la mitología griega, así que llegamos justos para comer algo rápido y comenzar la visita.
Delfos no es “otro” yacimiento, es el lugar donde los griegos situaron el centro del mundo: el Omphalos. Llegar, ver las laderas del Monte Parnaso cayendo hacia un mar de olivos y caminar por la Vía Sagrada tiene algo hipnótico. Aquí reyes y generales vinieron a pedir consejo al Oráculo de Apolo; aquí la historia y el mito siguen entrelazados.
El complejo es bastante grande, por lo que es estructurar un poco la visita es importante para no perderte nada:
- Atenea Pronaia (Tholos)
Se encuentra situado fuera del recinto principal y su visita es gratuita. El santuario de Atenea Pronaia y su tholos circular es la tarjeta de presentación perfecta de Delfos. En nuestro caso se encontraba en obras y solo pudimos apreciarlo un poco desde la carretera. - Recinto principal (Vía Sagrada → Apolo → Teatro → Estadio): Se trata del recinto principal de Delfos, que se visita siguiendo los caminos que van ascendiendo por la ladera de la montaña y donde vamos encontrando diferentes edificios:
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- Tesoro de los Atenienses: uno de los edificios más interesantes del complejo, levantado en el siglo VI a.C. en honor al dios Apolo.
- Templo de Apolo: donde el famoso Óraculo entraba en trance y hablaba en acertijos. Hoy quedan columnas, pero fue el templo más importante del complejo.
- Teatro de Delfos: originario del siglo IV a.C. cuenta con unas preciosas vistas al complejo y se dice que en él se celebraban los Juegos Píticos con música y poesía.
- Estadio de Delfos: situado en la parte más alta del complejo, este enorme estación con casi 180 metros de longitud tenía capacidad para unas 7000 personas y aún conserva parte de sus gradas.
- Museo Arqueológico de Delfos
Tras la visita al complejo entramos al museo, donde se conservan las piezas más importantes para su conservación y restauración, entre ellas se pueden destacar:
- Auriga de Delfos, escultura de bronce siglo V a. C.
- Esfinge de Naxos y frisos recuperados.
- Kouroi y esculturas varias.
Te dejamos algunos consejos para tú visita a Delfos:
- Tiempo ideal: 2,5–3 h entre museo y recinto (con fotos y pausas), pero esto dependerá mucho de tu ritmo y lo interesado que estés en la mitología griega.
- Mejor hora: primera hora (8:00 aprox.) por luz y temperatura; a media mañana llegan buses. Nosotros lo visitamos después de comer y había gente pero no en exceso.
- Calzado y equipo: suelo irregular y rampas; zapatillas, agua y gorra, no hay casi sombras.
- Parking: pequeño parking junto al complejo principal; la gente aparcaba junto al pueblo y bajaba andando (10–15 min), o como nosotros en el arcén de la carretera, parece que hay cierta tolerancia…
- Entrada: entrada de adulto 20 € museo + yacimiento. Los menores de 26 años de la Unión Europea entran gratis. Se puede comprar en la taquilla, pero depende del aforo te pueden dar para una hora determinada, por lo que si vas en temporada alta es preferible comprarla online en la página oficial.
- Horarios: varían según estación por lo que es recomendable acudir a su página.
- Visitar Delfos con niños: en el museo no habrá ningún problema, pero en el sitio arqueológico no se pueden llevar carritos de bebe, además de que hay que andar bastante bajo el sol, por lo que los niños deben estar acostumbrados, aunque hay zonas de sombra para hacer paradas.
Llegada al Peloponeso y alojamiento en Olympia
Aunque el día había sido largo, decidimos aprovechar las horas de luz y llegar al Peloponeso para hacer noche en Olympia y aprovechar al máximo el día siguiente.
La península del Peloponeso, aunque actualmente es una isla tras la apertura del Canal de Corinto, solo está conectada con el resto de Grecia por el canal y por el puente de Patras en la zona norte, que es el que cruzamos nosotros viniendo desde Delfos.
Tras aproximadamente 3 horas, llegamos a la antigua ciudad de Olympia, donde dormimos en un pequeño hotel, que no os recomendamos porque no nos gustó mucho, pero es que el que nos gustaba, que es el Hotel Olympian Altis, no tenía disponibilidad. Para acabar el día cenamos una interesante taberna, donde disfrutamos de unos deliciosos Souvlaki, los pinchos griegos.
Día 3: Olimpia, la cuna del deporte, Voidokilia una de las playas más bonitas de Grecia y Pylos
El día 3 nos llevó a conocer, por fin, alguna de las preciosas playas del Peloponeso, pero antes teníamos que disfrutar de la cuna del olimpismo.
Olimpia, la cuna del deporte
A la mañana siguiente y tras levantarnos pronto para evitar las colas, esto es algo vital en Grecia, ya que tienes qu tener en cuenta que los grupos suelen llegar entre las 10 y las 11 de la mañana a los sitios arqueológicos, por lo que para evitarlo hay que intentar estar a primera hora.
Tras coger nuestro coche y aparcar en uno de los parkings del yacimiento, el más cercano al museo, indicado en nuestro mapa, entramos en el yacimiento y, aunque a nivel arquitectónico no impresiona tanto como Delfos o la Acrópolis, la carga simbólica de este lugar es brutal.
Aquí se encendía la llama olímpica en honor a Zeus, aquí se entrenaban los atletas desnudos en la palestra y aquí nació el espíritu de unos juegos que seguimos celebrando miles de años después, con lo que solo con pensar eso te das cuenta de que este lugar es especial
Aunque el sitio arqueológico cuenta con muchos restos diseminados por todo el complejo, creemos que estos lugares son los imprescindibles:
- Templo de Zeus: aunque quedan ruinas, imagina la gigantesca estatua de oro y marfil que fue una de las 7 maravillas del mundo antiguo.
- Templo de Hera: donde aún hoy se enciende la llama olímpica antes de cada edición moderna.
- Estadio Olímpico: pisa la misma pista donde corrían los atletas en el siglo VIII a.C. (192 m de recta, con capacidad para 50.000 espectadores). Impresiona bastante ver que las gradas no eran más que una ladera donde se amontonaría la gente.
- Museo Arqueológico de Olimpia: imprescindible para entender la magnitud del lugar. La escultura de Hermes de Praxíteles es una joya absoluta.
La visita al complejo te puede llevar unas 2 horas, esto ya depende de tu ritmo. La entrada, al igual que en la mayoría de los sitios arqueológicos importantes de Grecia, cuesta 20 € por adulto y es gratis para menores de 26 años de la Unión Europea.
Aunque este complejo cuenta con más sombras naturales gracias a los arboles que hay, es recomendable llevar protección solar y para la cabeza, así como agua.
Voidokilia, la playa en forma de omega
Después de tanta historia, tocaba mar. Condujimos hora y media hasta llegar a la costa oeste del Peloponeso para descubrir Voidokilia Beach, una de esas playas que parece dibujada por alguien, más que creada por la naturaleza.
Esta playa tiene forma de omega perfecta, la arena fina y las aguas turquesa, lo que la convierten en una de las playas más bonitas del país. En la zona más cercana al aparcamiento se acumula bastante gente, pero si andas un rato podrás estar casi solo y disfrutar de las transparentes aguas de esta preciosa playa.
Tras pasar un buen rato disfrutando de la playa retomamos la marcha hacia Pylos, haciendo una parada para comer en un pequeño pueblo costero.
Pilos: historia, calma y mar en el corazón del Peloponeso
Después del baño en Voidokilia y de pasar el día entre ruinas históricas y el mar, llegamos a Pilos (antigua Navarino), una de esas pequeñas joyas del Peloponeso que casi nadie incluye en su ruta… y precisamente por eso conserva todo su encanto.
La carretera que bordea la costa ya anticipa lo que viene: colinas verdes, olivos centenarios y curvas suaves que desembocan en una bahía amplia y tranquila. En el puerto, las barcas de pescadores y la gente tomando algo en las terrazas, nos vino genial para bajar de revoluciones y disfrutar con calma
Pilos ha sido testigo de más historia de la que aparenta. Fue escenario de la Batalla de Navarino (1827), una de las más decisivas de la guerra de independencia griega. En estas mismas aguas, las flotas británica, francesa y rusa derrotaron a la otomana y egipcia, cambiando el rumbo del país.
Paseando por su plaza central —Plaza de los Tres Almirantes—, verás un monumento dedicado a los comandantes de esa batalla. Hoy, en lugar de cañones, hay niños jugando, viejos tomando ouzo y viajeros que llegan atraídos por la calma que se respira.
Los puntos más interesantes para visitar en Pilos son:
- El Castillo de Niokastro: A pocos minutos del puerto, en lo alto de una colina, está el Castillo de Niokastro, una fortaleza del siglo XVI construida por los otomanos y reformada por los venecianos. Desde arriba, las vistas al puerto y a la bahía de Navarino son espectaculares, especialmente al atardecer. Dentro hay una iglesia bizantina (la de la Transfiguración) y un pequeño museo naval.
- El puerto y el paseo marítimo: Pilos gira alrededor de su pequeño puerto. Es el corazón del pueblo y el mejor lugar para disfrutar del ambiente local. Al caer la tarde, las luces de las tabernas se reflejan en el agua y los aromas de pescado y gyros impregnan el ambiente.
- Excursión en barco o snorkel: Si viajas en verano, y tienes tiempo, puedes hacer una excursión en barco por la bahía para ver los restos sumergidos de los barcos hundidos en la batalla de 1827. Varias agencias locales organizan salidas de snorkel o buceo, verás muchas opciones para contratar.
- Miradores y puestas de sol: Sube hasta los miradores al oeste del pueblo o, si prefieres algo más relajado, simplemente quédate en la terraza de una de las tabernas del puerto. La puesta de sol sobre la bahía de Pilos fue una de las imágenes más bonitas de nuestro recorrido por Grecia.
En cuanto al alojamiento, nosotros dormimos en un precioso apartamento céntrico, en una calle peatonal cerca del puerto. Para comer o cenar, encontrarás múltiples opciones en la zona del puerto o incluso en las tabernas que rodean la plaza de los Tres Almirantes.
Para nosotros hacer una parada en Pylos fue una de las mejores decisiones del viaje. Después de tanto templo y carretera, fue ese lugar donde disfrutamos de la calma de los pueblos costeros del Peloponeso.
Día 4: Fortalezas venecianas y llegada a Nauplia
Este día nos lo tomamos con más calma, salimos a desayunar tranquilamente en una de las terrazas de la plaza principal de Pilos, y tras recoger nuestras cosas del apartamento, pusimos rumbo a la pequeña localidad de Modona o Methoni.
El Castillo de Methoni: guardián del mar Jónico
Methoni se encuentra a apenas a 15 minutos en coche y lo que encontramos allí fue uno de los lugares más impresionantes de todo nuestro recorrido por el Peloponeso, una preciosa fortaleza veneciana que parece emerger directamente del mar.
El Castillo de Methoni se construyó en el siglo XIII y durante mucho tiempo fue punto estratégico de los venecianos en sus rutas hacia Oriente. Hoy en día, aunque en ruinas, conserva intacta su majestuosidad: murallas de piedra, puertas fortificadas y un acceso que ya de por sí es una experiencia. Para entrar hay que cruzar un puente de piedra con catorce arcos, que en su día servía para aislar el castillo con un foso de agua marina.
El lugar más importante de la fortaleza y lo que lo ha convertido en una de las imágenes más populares del Peloponeso es el Bourtzi, una pequeña torre defensiva en un islote conectado al castillo por un pasillo adoquinado.
La torre servía de punto defensivo y de control de las embarcaciones que recorrían la costa, ya que ofrece unas excepcionales vistas del mar Jónico. Nosotros estuvimos casi una hora paseando entre murallas, imaginando batallas navales y disfrutando de la tranquilidad del lugar, porque, sorprendentemente, encontramos muy pocos turistas visitándolo.
El precio de la entrada a la fortaleza es de 5 € y os aconsejamos lleva gorra y agua, porque dentro del recinto no hay apenas sombra, ni ningún lugar para comprar bebidas.
Al finalizar la visita a la fortaleza y viendo lo impresionante que estaba el mar, decidimos pasar el resto de la mañana disfrutando de la playa que hay junto al castillo. Además de que el agua estaba impresionante, bañarte con esas murallas medievales como fondo es una experiencia única.
Tras disfrutar de un buen baño cogimos el coche y pusimos rumbo a Nauplia, haciendo una parada en una taberna en Kalamata para disfrutar de comida local. La verdad es que la encontramos por casualidad, buscando algún lugar auténtico para comer y nos sorprendió mucho la calidad de la comida, y al ser un lugar algo aislado entre campos de agricultura, resultamos ser los únicos turistas comiendo allí, pero la elección fue de 10. Esta taberna se llama Stou Kosta y te la recomendamos si visitas la zona.
Continuamos nuestra ruta hacia Nauplia, haciendo uso de la autopista que cruza el Peloponeso. Nuestra primera intención era visitar Micenas, la mítica ciudad de Agamenón. Si te sobra tiempo y energía, merece una parada de un par de horas para ver la famosa Puerta de los Leones y la tumba circular del Tesoro de Atreo.
En nuestro caso decidimos dejarlo para otra ocasión porque el día ya estaba bastante cargado y preferimos llegar a Nauplia con calma, pero si eres un apasionado de la historia antigua, puedes incluirlo en tu ruta entre Methoni y Nauplia. Eso sí, calcula bien los tiempos: la visita completa, con museo incluido, se lleva unas 2–3 horas, y puede ser que no puedas disfrutar con calma de Nauplia.
Nauplia: la ciudad más romántica de Grecia
Llegamos a Nauplia a media tarde y de primeras ya nos encantó. Dejamos las cosas en nuestro hotel y comenzamos con las visitas.
Esta ciudad costera fue la primera capital de Grecia moderna, y aún conserva ese aire señorial y veneciano que la hace especial. Las calles del centro histórico están empedradas, con casas de balcones floridos, fachadas de colores pastel y buganvillas que trepan por las paredes. Pasear por ellas al caer la tarde, cuando la luz se vuelve dorada y el puerto empieza a iluminarse, es un auténtico regalo.
Entre sus atractivos principales encontramos:
- Castillo de Palamidi: En lo alto de la colina, con vistas espectaculares al golfo de Argólida. Puedes subir en coche o atreverte con las famosas 999 escaleras
- Acronauplia: pequeña fortaleza cercana al casco antiguo y situada sobre una colina de la que solo quedan algunos restos, pero que cuenta con unas vistas fantásticas de la ciudad y de la costa.
- Paseo marítimo y puerto antiguo: Ideal para pasear al atardecer. Tabernas, heladerías y un ambiente relajado entre locales y viajeros.
- Bourtzi: La pequeña fortaleza veneciana situada en mitad del puerto. Por la noche se ilumina y parece flotar sobre el mar. En verano se puede visitar en barco.
- Casco antiguo: Calles adoquinadas llenas de buganvillas, balcones de madera y tiendas artesanales. Perfecto para perderse sin rumbo.
- Plaza Syntagma: El corazón de Nauplia, rodeada de cafés, el antiguo arsenal veneciano y el Museo Arqueológico (ubicado en un edificio del siglo XVIII).
- Museo del Komboloi: Pequeño y curioso museo dedicado al tradicional rosario griego, símbolo de calma y meditación.
- Iglesia de Agios Spyridon: De estilo bizantino, con historia: en su entrada fue asesinado el primer gobernador de Grecia independiente en 1831.
En nuestro caso aprovechamos el resto de tarde para dar una vuelta por el centro histórico, visitando lugares como la antigua Mezquita Vouleftikó, lugar donde se reunió por primera vez el parlamento griego, cuando la ciudad fue la capital del estado.
Además, recorrimos un pequeño sendero que parte desde el final del paseo marítimo y que discurre por debajo de los acantilados, pasando incluso por túneles excavados en la piedra. Esta zona es especialmente bonita al atardecer y vimos muchísima gente paseando y disfrutando de las vistas.
Terminamos el día tomando algo en uno de los locales junto al paseo marítimo, disfrutando las preciosas vistas de la costa.
Día 5: Nauplia, Teatro de Epidauro, el Canal de Corinto y llegada a Atenas
La ciudad de Nauplia nos gustó tanto que decidimos dedicarle algo más de tiempo a la mañana siguiente.
Acronauplia y sus impresionantes playas
La tarde anterior no tuvimos tiempo de recorrer la antigua fortaleza de Acronauplia, así que lo primero que hicimos fue coger el coche y dirigirnos hasta la zona de aparcamiento más cercana. Esta antigua fortaleza fue el lugar donde se situó la ciudad bizantina y medieval conocida con el nombre de Içs Kale.
Hoy en día y después de actuar como hotel, encontramos una serie de ruinas desgraciadamente llenas de grafitis y suciedad, una auténtica pena porque merecería un mantenimiento y conservación mejor.
Aun así, la zona merece una visita ya que cuenta con unas vistas fantásticas de la ciudad y de toda la costa que la salpica.
Tras visitar los restos de la fortaleza, decidimos bajar a la playa Arvanitias y disfrutar de las impresionantes aguas que bañan esta ciudad costera.
Las aguas estaban de un precioso color esmeralda y con una limpieza increíble. Decidimos pasar un par de horas disfrutando de este lugar tan mágico, antes de poner rumbo al Teatro de Epidauro.
Teatro de Epidauro: la perfección acústica de la Antigua Grecia
Desde Nauplia pusimos rumbo a Epidauro, a unos 30 km. Si hay un lugar que demuestra la genialidad de los griegos antiguos, es este teatro. Construido en el siglo IV a.C. y dedicado al dios de la medicina, Asclepio, se utilizaba tanto para representaciones teatrales como para ceremonias religiosas.
Lo sorprendente no es solo su estado de conservación, sino su acústica prodigiosa, de hecho, aún hoy en día, si alguien habla en el centro del escenario, se oye perfectamente en la última grada.
Nosotros hicimos la prueba, y fue uno de esos momentos en los que piensas que la ingeniería griega estaba siglos adelantada.
Con capacidad para unos 12.000 espectadores y rodeado de montañas verdes, es un sitio que transmite paz. Imagina lo que debería ser asistir a una representación hace miles de años en un lugar como este.
Os dejamos una serie de datos prácticos para la visita:
- Entrada: como el resto de los monumentos importantes, 20 euros por adulto, menores de 26 años de la UE, gratis.
- Mejor hora para la visita: temprano, cuando aún no han llegado los grupos de excursión desde Atenas, aunque en nuestro caso, al ir en junio lo visitamos en torno al mediodía y no había demasiada gente.
- Tiempo de visita: 1 hora y media es suficiente para recorrer el teatro, el pequeño museo y los alrededores del Santuario de Asclepio donde quedan unas ruinas.
El Canal de Corinto
De camino a Atenas hicimos otra parada imprescindible: el Canal de Corinto. Esta obra de ingeniería del siglo XIX conecta el mar Egeo con el mar Jónico, atravesando el istmo de Corinto con un corte recto de más de 6 km de largo y 80 metros de profundidad.
Lo curioso es que ya los corintios soñaron con construirlo, pero no fue hasta casi 2000 años después cuando finalmente se materializó. Inaugurado en 1893, hoy en día, aunque cuenta con un tráfico marítimo escaso, asomarse desde el puente principal y ver esa grieta gigantesca en la tierra es una experiencia hipnótica.
Hay varios lugares desde donde podemos observarlo, pero el más popular es el de la carretera principal, que tenemos indicado en nuestro mapa. Casi con toda probabilidad, si esperas un rato, podrás ver pasar algún barco diminuto por el fondo del canal, que parece un juguete en comparación con las paredes verticales.
En uno de los lados del puente encontrarás un pequeño mirador y una oficina de turismo donde te pueden informar de puntos de interés en el Peloponeso y puedes conseguir algún mapa interesante.
En el otro lado del puente encuentras varios pequeños restaurantes y hamburgueserías donde puedes comer algo antes de reemprender la marcha.
Llegada a Atenas: devolviendo el coche y primer vistazo a la capital
Tras varias horas de carretera, tocaba decir adiós al coche que nos había acompañado desde Atenas hasta el Peloponeso. Dependiendo de tu plan, puedes devolverlo en el aeropuerto o en alguna oficina céntrica, pero ten en cuenta que conducir por el tráfico de Atenas puede ser una experiencia algo estresante… Nosotros lo devolvimos en la oficina junto al aeropuerto y bajamos directamente a nuestro hotel con un Uber. Por cierto, los Uber en Atenas son taxis que están adheridos al sistema.
Para alojarnos en Atenas teníamos claro que queríamos un hotel lo más céntrico posible, ya que es una ciudad bastante caminable y así teníamos acceso a casi todo dando un paseo, por esto optamos por alojarnos en el Athens Psiri Hotel, un hotel a muy buen precio, y a escaso 10 minutos de la Plaza Monastiraki.
Tras dejar nuestras cosas en el hotel optamos por coger un Uber que nos subiera al Monte Licabeto, la colina más alta de Atenas, perfecta para un primer contacto con la ciudad y para disfrutar de un precioso atardecer.
Para subir al Monte Licabeto se puede hacer en taxi, funicular o a pie. El taxi te deja en una explanada en la parte superior de la colina, pero luego tienes que subir un buen tramo de escaleras para llegar hasta la pequeña iglesia que hay en la cima.
Al llegar arriba, la recompensa es inolvidable: una panorámica de toda la ciudad de Atenas, con la Acrópolis en el centro iluminada por la puesta de sol y el mar Egeo al fondo. Obviamente olvídate de estar solo, ya que es uno de los lugares donde más personas se reúnen para ver la puesta de sol, pero, aun así, la experiencia bien merece la pena.
Acabamos el día cenando un buen gyros y unos souvlaki, en un restaurante justo al lado del mercado central de Atenas.
Día 6: Inmersión total en la Atenas clásica
Tras desayunar en una de las caferías próximas al mercado central de Atenas, comenzamos con las visitas a la capital griega. Una buena opción si te interesa puede ser comenzar a conocer Atenas con un Free Tour, nosotros por el horario que teníamos para la Acrópolis, decidimos no hacerlo.
Paseando por Monastiraki
Después de varios días de carretera, Atenas al principio nos pareció un poco “locura”, más caótico, más bullicioso, pero también lleno de vida. Y no hay mejor forma de empezar a conocerla que callejeando por una de las plazas más famosas de la ciudad.
A pocos pasos de nuestro hotel teníamos Monastiraki, esta llamativa plaza con su famoso mercadillo, con su bullicio, sus tiendas de recuerdos, su regateo. La plaza adquiere el nombre del pequeño monasterio que es el perfil más reconocible de la plaza. Como otros puntos de interés, además de recorrer el mercadillo, tenemos la Mezquita Tzisdaraki, donde actualmente se ubica el Museo de Arte Popular Griego.
Biblioteca de Adriano
Junto a la plaza de Monastiraki encontramos el impresionante edificio de la Biblioteca de Adriano, datado en el año 132 d.C. y la galería principal contaba con 100 columnas. La biblioteca sufrió muchos daños con el paso de los años y hasta el siglo XIX no fue restaurada.
Ágora Antigua de Atenas
Bajando por la calle Adrianou llegamos al Ágora Antigua de Atenas, cuya entrada es de 20 € por adulto y gratuita para menores de 26 años de la UE. El Ágora Antigua de Atenas era en la antigüedad el epicentro de todo lo que sucedía en la ciudad, tanto en el ámbito político, como en el comercial y social. Aquí debatía Sócrates con sus discípulos, aquí se tomaban decisiones políticas que marcaron el rumbo de Occidente.
Caminar por la Vía Panatenaica, ver el Templo de Hefesto (uno de los mejor conservados de Grecia) y recorrer las columnatas de la Stoa de Átalo es un viaje directo al siglo V a.C., y son los puntos de interés que nos debemos perder en nuestra visita al ágora.
Ágora Romana de Atenas
Nuestra siguiente parada fue el Ágora Romana, más pequeña, pero igual de interesante. Fue construida cuando los romanos se asentaron en la ciudad, y aún conserva el Torre de los Vientos, un reloj de agua y viento que es una auténtica maravilla tecnológica para su época.
En este caso no entramos a la visita y os explicamos porque, los precios de los principales yacimientos y monumentos en Atenas y en la mayor parte de Grecia suelen ser de 20 € por adulto, con lo que si vamos sumando, las visitas a todos los monumentos que encontramos en la ciudad, el importe es una auténtica barbaridad. Hace unos años se podía comprar una entrada combinada oficial para varios monumentos, incluida la Acrópolis, pero hoy en día ya no es posible.
Anafiotika: un trozo de isla en plena Atenas
Muy cerca de la zona centro encontramos Anafiotika, un pequeño barrio que parece sacado de las islas Cícladas. Sus casas encaladas de blanco, con puertas y ventanas azules, sus callejones estrechos y gatos que parecen los auténticos dueños del lugar hacen que te olvides por un momento de que estás en la capital.
Es un rincón perfecto para desconectar del bullicio, perderse sin rumbo y sacar esas fotos que parecen hechas en Santorini, pero sin salir de Atenas.
Nosotros llegamos antes de comer y dimos una vuelta tranquilamente para desconectar del jaleo de la zona centro y buscar un pequeño restaurante en una placeta donde disfrutar de una buena comida.
Plaka, el barrio más antiguo de la ciudad
El barrio de Plaka pasa por ser el más antiguo de Atenas, aunque muchas de sus calles han sido restauradas y se ha convertido en una zona comercial y de restauración muy importante de la ciudad.
Sus calles empedradas, las casas bajas con balcones floridos y las tabernas donde siempre huele a souvlaki y moussaka te transportan a un Atenas más íntimo. Es turístico, sí, pero si te apartas un par de calles de las más concurridas, encontrarás rincones tranquilos donde se respira ese aire mediterráneo que a veces parece desaparecer en Atenas.
La Acrópolis: el momento más esperado
No hay visita a Atenas que quede completa sin subir a la Acrópolis, y por eso guardamos este momento especial para el final del día. En nuestro caso optamos por entrar por el acceso Este, tras la visita al barrio de Plaka. El ascenso no es demasiado largo, pero sí requiere algo de esfuerzo, sobre todo por el calor de última hora del día.
Cada paso que vas dando es como un retroceso en la historia, y más cuando de repente, allí está, el Partenón, el templo dedicado a Atenea, brillando con los tonos cálidos del atardecer.
A un lado, el Erecteión con sus famosas Cariátides, esas columnas con forma de mujer que parecen sostener no solo un templo, sino toda la tradición griega. Y alrededor, vistas de 360 grados de una ciudad que se expande hasta donde alcanza la vista.
Al ir a media tarde, el sol comenzaba a caer sobre el Partenón, con el mármol volviéndose dorado, es una de esas experiencias que justifican todo un viaje. Nos quedamos un buen rato, en silencio, simplemente contemplando.
Eso sí, no esperes ver la Acrópolis solo, en tranquilidad, esto es imposible, da igual a la hora del día que vayas siempre habrá miles de personas a tu alrededor haciendo la visita.
Aun así, te damos unos consejos prácticos para tu visita:
- Horario: abre desde las 8:00 de la mañana y en función de la época el horario de cierre varia yendo desde las 20 horas en verano, a las 18 horas en invierno, por eso conviene revisar horarios en su página oficial.
- Entrada: la entrada general para adultos cuesta 30 € y como en otros monumentos de Grecia, los menores de 26 años de la UE entran gratis. Al igual que con el horario, la mejor opción es comprar la entrada en su página oficial, donde deberéis comprar la entrada para un tramo horario. En caso de que no encontréis entrada para el día que queréis os recomendamos hacerlo desde el siguiente enlace, ya que es un proveedor de confianza.
- Te recomendamos llevar agua y calzado cómodo, porque el suelo es de mármol pulido y resbala, además suele hacer bastante calor porque no hay sombras donde cubrirse.
- La mejor hora para visitar la Acrópolis no existe o es difícil de encontrar… Como os decíamos antes, si lo haces por gente, como comprenderás va a ser muy difícil de acertar ya que siempre encontrarás visitantes, pero hay quien dice que, a primera hora, si te das prisa en subir, puede ser que tengas la zona del Partenón menos concurrida.
En nuestro caso optamos por visitarla a última hora de la tarde, no por ver el atardecer desde dentro, ya que cierran antes de que esto suceda, sino para tras finalizar nuestra visita dirigirnos a ver el atardecer con la Acrópolis en frente.
Atardecer en la Colina del Areópago
Si salís por el lado oeste de la Acrópolis, os quedaréis justo al lado de la Colina del Aerópago o Colina de Ares, en la que encontramos uno de los miradores más interesantes para ver el atardecer en Atenas.
Esta colina está vinculada con Ares, dios de la Guerra, el cual se dice que fue juzgado en esta colina. Pero realmente nosotros no estamos aquí por eso, sino más bien porque la colina queda justo en frente de la Acrópolis, y nos permite verla iluminada con la preciosa luz dorada del atardecer.
Hay quien dice que es el mejor punto para ver la puesta de sol en Atenas, pero para nosotros y aunque nos gustó mucho, el día siguiente visitamos otro que aun nos pareció más espectacular, eso no quita que desde esta colina tengamos unas vista muy chulas a puntos de interés de la ciudad, como por ejemplo el Ágora Antigua.
Para terminar el día decidimos visitar una pequeña taberna familiar, The Kyklamino, donde disfrutamos de una deliciosa cena fuera del bullicio turístico de la ciudad, pero muy cerca del centro.
Día 7: Los tesoros de Atenas: Syntagma, Panathinaiko, Museo de la Acrópolis y atardecer en Filopapo
Nuestro segundo día en Atenas lo íbamos a dedicar a recorrer el resto de puntos de interés de la ciudad, comenzando por la importante Plaza Syntagma, pero de camino a ella aprovechamos para ver la pequeña pero interesante iglesia ortodoxa, Panagia Kapnikarea.
Muy cerca de ella y entre calles comerciales encontramos la catedral ortodoxa de Atenas, la Catedral de la Anunciación de Santa María.
La Plaza Syntagma y su curioso cambio de guardia
La Plaza Syntagma está situada frente al Parlamento griego, y cada hora, se celebra el cambio de guardia de los Evzones, los soldados de élite con su uniforme tradicional: falda plisada (fustanella), polainas y los característicos zapatos con pompones negros, frente al Monumento al Soldado desconocido.
El ritual es solemne y a la vez curioso: los movimientos son lentos, casi coreografiados, y cada paso resuena con un golpe seco de la suela. Si tienes la suerte de estar un domingo a las 11:00, verás la ceremonia “grande”, con banda de música incluida. Un espectáculo que merece la pena y que conecta tradición y orgullo nacional.
Tras ver el cambio de guardia nos dirigimos al Jardín Nacional de Atenas un enorme parque que pasa por ser el pulmón de la ciudad, y la verdad es que el cambio de temperatura y el frescor se nota nada más que entras.
Por cierto, como dato curioso, al otro lado del parque encontramos el Palacio Presidencial, donde también se realiza el cambio de guardia y además está mucho menos concurrido.
Del Estadio Panatenaico al Templo de Zeus Olímpico
Tras recorrer el parque del Jardín Nacional, bajamos caminando hasta el Estadio Panatenaico (Kallimarmaro), un lugar imprescindible para los amantes del deporte y la historia. Construido en mármol blanco, fue aquí donde en 1896 se celebraron los primeros Juegos Olímpicos modernos.
Pagando la religiosa entrada de 20 € por persona se puede entrar, sentarse en las gradas y, si te animas, correr unos metros por la pista, lo que te hará sentir parte de esa continuidad histórica entre la Grecia antigua y la contemporánea.
Muy cerca está el Templo de Zeus Olímpico, del que solo quedan en pie unas quince columnas (de las 104 que tuvo originalmente). Pero basta con acercarte para comprender su magnitud: fue uno de los templos más grandes del mundo antiguo, y aún en ruinas sigue imponiendo.
Desde aquí pusimos rumbo de nuevo a Plaka para comer, pasando por el curioso Arco de Adriano.
El Museo de la Acrópolis: una joya moderna
Nuestra siguiente parada el día, tenía que fue el Museo de la Acrópolis que está justo a los pies de la colina y es una obra maestra de arquitectura moderna: luminoso, minimalista y diseñado para que las piezas expuestas se asomen a la Acrópolis, que se ve a través de sus grandes ventanales.
En este museo encontramos las esculturas originales del Partenón hasta piezas del Erecteión, como las Cariatides originales, ya que las que hay en el Erectión son una réplica. También encontramos maquetas que te permiten imaginar cómo era la Acrópolis en su máximo esplendor.
La planta superior reproduce el tamaño y disposición exactos del Partenón, con las metopas y frisos alineados frente al templo real. Los horarios dependen mucho de la época del año y del día en que se visite, por lo que es convenientes revisar su página oficial.
Las entradas se pueden comprar tanto en la taquilla como online por un precio de 20 € el adulto, siendo también gratuito para menos de 26 años de la Unión Europea.
El broche final: la Colina de Filopapo
Para terminar el viaje con un recuerdo imborrable, subimos a la Colina de Filopapo, también llamada Colina de las Musas. Está frente a la Acrópolis, pero es menos concurrida que el Monte Licabeto, y ofrece, para nosotros, las mejores perspectivas de la ciudad.
La subida es corta y sencilla, y al llegar arriba te encuentras con una vista panorámica espectacular: la Acrópolis iluminada al atardecer, el mar en el horizonte y la ciudad extendiéndose como un tapiz blanco.
Fue el broche perfecto a nuestra ruta: después de tantos días de carretera, ruinas y descubrimientos, despedirnos de Grecia con la imagen del atardecer más bonito de Atenas en la retina nos pareció un regalo.
Pero, estando disfrutando del atardecer nos informaron que nuestro vuelo del día siguiente se había cancelado por huelga de los trabajadores de la aerolínea y tuvimos que gestionar un vuelo alternativo y varios transportes para poder volver a casa, pero eso ya lo contaremos en otro artículo.
Día 8: Despedida de Atenas y regreso a casa
Nuestro último día en Grecia fue complicado, porque como he dicho antes nos anularon el viaje y tuvimos que coger un vuelo de última hora a otra ciudad de España y desde allí volver a casa, por lo que los planes de última hora para esta mañana tuvimos que cancelarlos.
Pero si en tu caso tienes tiempo puedes aprovechar y tomarte un último griego en alguna terraza soleada o dependiendo de tu vuelo, puedes aprovechar la mañana para:
- Perderte otra vez por Anafiotika o Plaka y sus callejones encalados, a primera hora de la mañana encontrarás mucha menos gente.
- Comprar algún recuerdo para la familia en el mercadillo de Monastiraki.
- O simplemente sentarte en una cafetería a contemplar el ritmo frenético de la capital.
Datos prácticos para organizar tu viaje
Para ayudarte en la preparación de tu viaje te vamos a dejar información y datos prácticos que seguro que te vienen genial. Un viaje de este tipo no empieza en el aeropuerto, sino mucho antes: en la planificación. Aquí te dejo los detalles clave para que tu ruta por la Grecia continental sea perfecta.
¿Cuál es la mejor época para viajar?
Grecia es un destino agradecido casi todo el año, pero la época que elijas puede cambiar tu experiencia. Te contamos un poco cuales son los pros y contras de cada temporada.
- Primavera (abril-junio): nuestra favorita. El clima es agradable, los días son largos y los campos están en plena explosión de verdes y flores. Además, sobre todo en el mes de junio la buena temperatura hace que puedas disfrutar de las impresionantes playas de las que dispone Grecia.
- Otoño (septiembre-noviembre): temperaturas suaves, menos turismo, cambio del color de las hojas y esa luz dorada que hace que cualquier foto parezca de postal.
- Verano (julio-agosto): si tu objetivo son las playas, perfecto. Pero ten en cuenta que los yacimientos como la Acrópolis u Olimpia se convierten en auténticos hornos (35–40 ºC), y además es temporada alta, con precios más altos y multitudes.
- Invierno (diciembre-marzo): el turismo baja, los precios también, pero los días son cortos y puede hacer frío, sobre todo en el norte.
Nosotros viajamos a finales de junio: calorcito, sí, pero atardeceres interminables y horarios más amplios en los sitios arqueológicos. Fue un buen equilibrio entre buenas temperaturas y turismo contenido, menos en Atenas, que siempre encontrarás gente…
Alquiler de coche y consejos para conducir por Grecia
Conducir en Grecia continental es sencillo, a pesar de la mala fama de los griegos sobre que conducen rápido y mal, hemos de decir que no es para tanto, pero si que es cierto que tendrás que llevar ciertas precauciones.
Es importante tener algunos detalles controlados para que la experiencia sea la mejor:
- Dónde alquilar: lo más cómodo es hacerlo directamente en el aeropuerto de Atenas (ATH). Llegas, recoges las llaves y sales disparado hacia tu aventura. En nuestro caso solemos alquilar siempre con Discover Cars, ya que en este comparador encontramos siempre los mejores precios.
- Peajes: Grecia tiene bastantes autopistas de peaje. El tramo de Atenas a Meteora y el puente de Patras al Peloponeso pueden sumar unos 15–20 €, por trayecto. Podrás pagar con tarjeta y con efectivo.
- Estado de las carreteras: las autopistas son modernas y en buen estado. En zonas rurales y del Peloponeso, prepárate para carreteras más estrechas y con curvas y algunas en mal estado. Deberás conducir con precaución.
- Estilo de conducción local: los griegos conducen rápido y a veces con “interpretaciones creativas” de las normas. Mantén la calma, conduce a tu ritmo, deja que te adelanten y todo irá bien.
- Parking: en pueblos como Kalambaka, Olimpia o Nauplia no tendrás problemas. Pero en Atenas, en cambio, mejor busca un alojamiento con parking incluido si vas a tener el coche o devolverlo antes de visitar la ciudad.
Nuestra opinión sobre recorrer Grecia en coche
Hacer un road trip por Grecia continental es mucho más que un itinerario con paradas turísticas es tener la capacidad de decidir qué ver y a qué hora, es poder improvisar un desvío a un mirador, de detenerte en una pequeña taberna de un lugar no turístico o poder bañarte en una de las innumerables playas “no turísticas” que salpican el Peloponeso.
En un país tan turístico como Grecia, el poder desplazarte a tu ritmo o decidir madrugar y llegar antes que los grupos organizados, puede marcar la diferencia para visitar un lugar prácticamente a solas o entre multitudes.
Por ello, y tras esta ruta en coche por el Peloponeso y Meteora, no podemos más que recomendar que la libertad que te dará viajar de este modo. Esperamos que disfrutes tanto de la experiencia como lo hicimos nosotros.
Amante de los viajes con mochila, y siempre pensado en el próximo viaje, y en transmitir a mis hijas la pasión por viajar y por conocer mundo, culturas, religiones y vivir nuevas experiencias. Viajar es educar, viajar es comprender, viajar es empatizar. Viajar es el mejor regalo que les puedo ofrecer.
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